Para mí, aficionada a
los libros, es una buena noticia que se inaugure una librería, teniendo en
cuenta cuántas cierran en estos tiempos. Pero la buena noticia se vuelve
fantástica si la nueva librería se ubica en un edificio recuperado del centro
de Madrid, restaurado con mimo y aportando un entorno exquisito a la
experiencia de la compra de libros.
La cadena independiente
barcelonesa La Central, surgió de la unión de tres libreros -Antonio Ramírez,
Marta Ramoneda y María Isabel Girao- en busca de libros raros y de
publicaciones extranjeras. Su idea era escoger desde una perspectiva cultural,
dejando de lado lo más vendido. Inauguraron su primera tienda de Barcelona en
1996, y ahora, su asociación al grupo editorial italiano Feltrinelli como inversor,
les ha permitido esta gran apuesta.
El concepto es bastante
innovador: “Hemos de conseguir que sea un placer comprar los libros en un sitio
físico y que la gente encuentre en la librería algo que no imaginaba: un libro
que lleva a otro, un objeto no esperado…” expone Antonio Ramírez, fundador. El
programa de usos prioriza los libros, con foco en las humanidades y libros en
otros idiomas, de importación, además de revistas…y apuesta por mezclar la
venta de libros con la de objetos relacionados, como cuadernos, bolsos, recuerdos de Madrid, detalles de
gastronomía o de jardinería. Además los usos se enriquecen introduciendo una
sala de lectura, un acogedor bistró-cafetería para merendar dulces o comer algo
más contundente, y un bar coctelería en la cripta donde se organizarán eventos,
desde conciertos hasta presentaciones.
Y me gusta destacar que se
hace una apuesta importante por la singularidad del espacio, rescatando de la
ruina un edificio decimonónico capitalino, similar al local de La Central en el
Raval en Barcelona, en la antigua capilla de la Misericòrdia.
Se trata de un edificio singular de hacia 1880 a un lateral de Callao. Según el catálogo de edificios del Plan General de Madrid, la escalera, el portal y la fachada eran elementos de restauración obligatoria y el resto del edificio está protegido, con grado de protección estructural, que impone la “conservación, tanto de su volumetría como de sus elementos arquitectónicos más destacados“. Fue el primer edificio que hizo la República de Cuba en España (perteneció a la Primera Legación Internacional de la Cuba Independiente) con uso de almacén de tabaco. Actualmente se han acondicionado 1.200 m2 (tres plantas y sótano). La restauración es de gran calidad, realizada por el arquitecto aragonés, Ricardo Marco, y el equipo de Miguel Sal, un arquitecto experto en proyectar librerías -más de 55- que ha estado haciendo un rebranding del grupo Feltrinelli.
Del edificio histórico se han conservado detalles originales y espacios que ambientan el nuevo uso, desde la cripta hasta la capilla del primer piso, pasando por la escalera de madera, puertas, frisos pintados, un techo con artesonado…. Vidrieras y espejos del interior del edificio componen la decoración del restaurante en planta baja. Además se ha remodelado aportando un aire moderno, focalizando el espacio en el antiguo patio de carruajes que pasa a ser un atrio cubierto con una estructura acristalada a dos aguas, con paredes decoradas con letras en relieve y donde crece un ciprés, símbolo de bienvenida y hospitalidad para los romanos y leit motif de la librería.
(continúa en el siguiente post)
No hay comentarios:
Publicar un comentario