Con motivo de la Semana de la Arquitectura he estado visitando el estudio del Maestro de arquitectos Alejandro de la Sota en Madrid que alberga su Fundación.
Alejandro de la Sota (1913-1996), fue probablemente el mejor arquitecto español reciente, teniendo en cuenta la coherencia de su obra, muestra de un equilibrado racionalismo y de una sofisticada simplicidad constructiva apoyadas en una poética basada en el rigor geométrico, las líneas claras y rectas, y la audacia en las estructuras. Fue uno de los grandes promotores de la industrialización en la construcción de los años 1960, introduciendo elementos industriales en la obra (como la placa de Viroterm) y la profesionalización de la misma.
Su edificio más conocido es el Colegio Maravillas en Madrid (con las aulas entre las cerchas sobre el gimnasio) y también son muy interesantes el Colegio Mayor César Carlos en la Ciudad Universitaria de Madrid (con su gimnasio a modo de pasarela elevada y acristalada) y las Aulas y Seminarios de la Universidad de Sevilla (con sus jardines atravesados por pasarelas).
En la visita a su estudio, dirigida por Teresa Couceiro, encargada de la Fundación Alejandro de la Sota, se intuye su personalidad creativa en el diseño del espacio, de los detalles constructivos de las puertas y en la exposición de prototipos de diseño de su mesa plegable y su silla-tumbona reversible. Además se ven las estanterías y muebles diseñadas por él, a medida, con detalles como el proyector de diapositivas escamoteable que se conserva, en el espacio íntimo (y no muy luminoso pese a la claraboya) de su despacho, donde pensaba el maestro.
Las puertas las consideraba una apertura ligera en el tabique, por lo que las construye anchas, del grosor del tabique, pero huecas y ligeras, bajas, de 1,90 para quitarles importancia y con una proporción 2:1. El marco lo realiza con un perfil angular que en uno de los lados desaparece prácticamente en la totalidad.
La silla, la diseñó a partir de las horquillas del pelo de su esposa, y se le da la vuelta a la estructura, convierténdola en tumbona, es decir, dos muebles en uno.
Otro detalle interesante es que era un gran aficionado a la fotografía, en el estudio vemos sus cámaras y un cuarto de revelado, pues todas las fotos de su obra las ha hecho él, además de seguimiento del proceso de la construcción, y en el extenso archivo de la Fundación, bien conservado y digitalizado, con sus planos y croquis, se conservan los negativos y diapositivas que él mismo utilizaba.
Artículo de El País Un lugar donde pensar
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